miércoles, 1 de diciembre de 2010

INHUMANIDADES

Otro Aporte de Dolores:
"Seguramente porque tengo un hijo de ocho meses; porque estoy experimentando esto de ser madre, sin desconocer que cada experiencia es única, así como cada mujer es única;  o porque soy mujer, sin más, me sensibiliza especialmente la situación de las mujeres secuestradas, desaparecidas, madres de desaparecidas. Muchas de ellas están dando hoy su testimonio, valientemente, en los tribunales federales de Mendoza. Una de ellas, que hoy tiene alrededor de 90 años, cuenta cómo se llevaron a su hija, de poco más de 25. El último dato que tienen es un llamado día siguiente, anónimo, pidiendo que no se olviden de vacunar a su hijito de cinco meses.
Pienso en ella, la joven secuestrada, e imagino unos senos llenos de leche, unas imágenes imborrables de su niño en su mente, un cuerpo que aún se repone del nacimiento, un “estar” todavía simbiótico, un tatuaje en la piel de esa otra piel recién nacida, un amor recién estrenado.
Imagino su pedido, desesperado, suplicante: no se pueden olvidar de las vacunas.
En Mendoza, como casi seguramente en todos los centros clandestinos, se violó sistemáticamente a las mujeres. El cuerpo de las mujeres fue entonces, para los torturadores y sus cómplices, un campo de batalla, desigual y perversa, donde los amos pretendieron imprimir su sello; un trofeo; un objeto utilizado para destruir al “contrincante”, a ese Otro, inasible, compuesto de tantos y tantas, tan desiguales y múltiples como igual fue el des-trato que recibieron.
Y pienso en esos niños, en esos hijos privados de madre, de teta, de abrazo y calor maternos. Pero además, privados de explicaciones, de cuerpo para duelar, de palabras para nombrar, de un abrazo social que permita soportar el dolor y la ausencia.
El silencio fue, durante mucho tiempo –lo es todavía, en alguna medida- una red sólida, una tela de araña compuesta por miles de nuditos, apretados. Allí están los militares y policías que continuaron siendo militares y policías, ascendiendo, “cuidando el orden público”; los jueces y fiscales que hicieron caso omiso de las denuncias –cuando no participaron directamente- que siguieron trabajando de jueces y fiscales; los docentes entregadores que siguieron siendo docentes; los empresarios entregadores que siguieron amasando sus ganancias; etcétera. Una red que tapaba los ojos como un grueso tabique, que apretaba las gargantas como trapo húmedo. Una red que, desde el principio, tuvo también sus desgarros, sus agujeritos, por donde se fueron colando un testimonio, una denuncia, una pregunta, una verdad… Agujeros sostenidos por las organizaciones, por aquellos que valientemente persistieron, recordaron, pusieron el cuerpo y la palabra y que poco a poco se fueron haciendo más grandes, verdaderos pozos de luz.
¿Quién se atreve a decir que esto es el pasado?, ¿Quién le dice a estas mujeres “no busques más”, “no cuentes lo que te pasó”?, ¿Quién puede exigir silencio en nombre de… de qué?.
Esas víctimas, que ya fueron secuestradas, violadas, torturadas, presas, desaparecidas, robadas, ¿ahora deben callar porque su historia es “pasado”?. El silencio, pero sobre todo las voces exigiendo silencio, son una tortura más. Se traduce en la banalización del sufrimiento, en la reconversión de esas experiencias en hechos apenas molestos.
Lo que pasó no les pasó solamente a las víctimas directas, que necesitan ahora la oreja y la justicia. Nos pasó a todos. Quienes salimos más o menos indemnes no debemos victimizarnos a la par de quienes sufrieron los estragos más duros. Pero sí es importante que nos reconozcamos como parte de ese pasado, que nos toca, nos atraviesa, nos constituye y por eso mismo, es parte de nuestro presente.
Rompiendo la red de silencio y complicidades ayudaremos a saldar la deuda con las víctimas, y con nosotros mismos. Porque esa red nos ahogaba a todos. Porque sus lazos nos tuvieron sujetos durante años. Porque su sombra nos trajo hasta aquí.  
Y porque todavía quedan, además, 400 hombres y mujeres enredados en la seda sutil de la mentira y la complicidad."

Y lo sentidamente dicho por Dolo, a mí me remite a una vieja canción del uruguayo Ruben Olivera, que transcribiré como la recuerdo:

Vecinos y parientes dirán: No busques,
Deja todo como está dirán: No busques,
mejor es olvidar dirán, no busques.
pero ella en su mirada dice...

Consejos y el temor, dirán: No busques,
tu hijo ya no está, dirán: No busques,
¡¿que esperas tanto tiempo?!, ¡ya no busques!,
pero ella en su mirada dice:

¿Donde está el olvido? ¿quien habla de espera?
si aqui yo lo busco sea como sea.
Y adios al cansancio, adiós a los años.
Adiós las mentiras. Adiós los engaños.
Y la madre crece, revive y florece,
la madre renace de sus cacerolas.
y ¡Alto quien vive! Se defiende y sigue,
y ¡Alto quien vive! Se defiende y sigue,
y ¡Ah!

¿Donde esta el olvido? ¿quien habla de espera?
¿Donde esta el olvido? ¿quien ha? ¿Donde esta el olvi?
¡¿Donde está?!

sábado, 20 de noviembre de 2010

Algo en común


 Escribe Dolo:

TENGO ALGO EN COMÚN con Eduardo GALEANO, Andrés CALAMARO, el Indio SOLARI, Liliana HERRERO, el Flaco SPINETA, Teresa PARODI, León GIECO, Fito PÁEZ, Lula DA SILVA, El Negro DOLINA, Gustavo SANTAOLALLA, Pablo ECHARRI, Leo SBARAGLIA, Cecilia ROTH, Diego CAPUSOTTO, VÍCTOR HUGO Morales, Víctor HEREDIA, Estela de CARLOTO, Arturo BONÍN, Mempo GIARDINELLI, Adriana VARELA, Boy OLMI, Horacio FONTOVA, Ignacio COPANI, Federico LUPI, Tati ALMEIDA, Evo MORALES, Rafael CORREAS, Gastón PAULS, Ricardo FORSTER, Norberto GALASSO, Horacio GONZÁLEZ, Hugo CHÁVEZ, Florencia PEÑA, Mario WAINFELD, Eduardo ANGUITA, Eduardo ALIVERTI, Sandra RUSSO, Nora VEIRAS, Rafael BLANCO, Susana RINALDI, Fernando LUGO, Juan Carlos SOLÁ, Raúl RIZZO, Peteco CARABAJAL, Alejandro APO, Hernán BRIENZA, Felipe PIGNA, Jorge HALPERÍN, Federica PAIS, Mercedes MORÁN, Ana María PICCHIO, María SEOANE, Tristán BAUER, Alfredo ZAIAT, Horacio VERVITSKY, Mona MONCALVILLO, Carlos POLIMENI, Ernesto LACLAU, José Pablo FEINMAN, Juan GELMAN, Federico ANDRAHAZI, Cristina BANEGAS, Hugo BIONDI, Fernando BIRRI, Patricio CONTRERAS, Roberto “Tito” COSA, Tato PAVLOVSKY, Néstor GARCÍA CANCLINI, Eduardo JOZAMI, Salo PASIK, Fortunato MALLIMACI, Juan PALOMINO, Lorenzo QUINTEROS, Jaime SORÍN, Gustavo GARZÓN, Daniel FANEGO, Víctor LAPLACE, Carlitos RAIMUNDI, Carlos HELLER, Martín SABATELLA, Claudio MORGADO, Rita CORTESE, Andrea DEL BOCA, Mariana CARABAJAL, Mercedes MARCÓ DEL PONT, Eduardo Luis DUHALDE, mi mamá, muchos de mis amigos y amigas y millones de argentinos y argentinas más.

Si no se te ocurre qué es, te invito a que amplíes tus fuentes de información. Pegate una miradita por fuera de los monopolios y después charlamos. Eso sí, con respeto: los métodos crispados y autoritarios de Camaño y compañía aquí no tienen cabida. Ni sus justificaciones inverosímiles. ¿Te atreverías a pensar que las muchas personas que arriba nombro son tan fácilmente manipulables?. ¿No es hora de explorar y respetar argumentos?. 
Bienvenidos todos a la revalorización de la cuestión política.  

viernes, 19 de noviembre de 2010

Pegame que me gusta


Por Andrés Mackinnon, ciudadano raso.
La triste foto de pugilato de camaño pegando desde atrás ya es, per sé, vergonzante y humillante para todo el colectivo al que representa -es decir, para todos los argentinos, en su rol de presidenta de asuntos constitucionales-. En la foto que encabeza esta nota, gentileza del Pagina de hoy, le pusieron guantes. En el pugilato hay acuerdos preestablecidos: reglas, zonas vedadas de golpe, elementos de protección. En aquella otra foto no hay más acuerdo que la impunidad que ofrecen las condiciones de género involucradas y la inmunda y esperable respuesta mediática al conflicto. Y permítanme detenerme en ésto último.
La reacción del flautista de Clarín y todos sus ratones idiotizados es inmensamente más preocupante que el hecho que defienden. Ahora la melodía omnipresente es que la piña de un energúmeno no hace más que refrendar la crispación -en todo caso y como mucho- verbal de la víctima. Es una burda reedición de el "algo habrán hecho" de la dictadura o, en términos de violecia doméstica, "le pegan porque se lo buscó".  Y el resto del reino animal (a los que no somos ratones, me refiero) miramos con la cara deformada por la incredulidad como día a día los ratonzuelos siguen insultando nuestra inteligencia. 
Las preguntas que quedan serían, en primer orden ¿hasta que estridencia de clarinete la marea de ratones seguirá soportando sin tirarse definitivamente al agua? y en segundo lugar ¿convence esta estridencia a algún cuí desprevenido  para ponerse el saco de ratón y sumarse a la marea ratonina?.